21.7.10

Vive con caballerosidad

Caballero/ra: El que lucha por causas nobles.Noble: Digno de estima por su categoría moral.Moral: Correcto, aceptable, éticamente bueno.


Esta publicidad me hace pensar, reflexionar. Puedo expresar lo que viene a mi mente de diferentes formas, según lo que siente mi corazón. Había escrito algo antes, pero no me convenció. Era una especie de crítica hacia la sociedad en que vivimos. No es que eran puras palabras, había escrito con toda mi sinceridad posible. Pero la verdad es que no me pareció la mejor forma, no lo sentí mi estilo, o es que simplemente no estoy acostumbrado a expresar las cosas así. Sencillamente me limitaré a decir: ¿dónde están las personas que se animan a ir en contra de la corriente, que marcan el rumbo, que sus valores son estandartes en medio de las tormentas? Digo presente. ¿Quién está conmigo?

19.7.10

El mago, la caja, y el reloj

De niño me contaron una historia que me dejó pensando, hasta el día de hoy. La historia de un hombre que comenzaba a dar los primeros pasos en el arte de la magia. El hombre, como todo principiante, era todavía inexperto. De vez en cuando ocurría que cometía algún error... o mejor dicho, frecuentemente. Pero la verdad es que aquel hombre siempre tenía algo preparado entre manos para que, en el caso de que su acto fallase, la situación no resultara embarazosa, o que por lo menos no lo pareciera.

Cierto día fue invitado a cierta reunión en la casa de cierta persona para realizar alguno de sus actos en algún cierto momento. Cuando el cierto momento llegó pasó delante de los espectadores y aseguró que realizaría el truco más difícil que nunca hubo intentando realizar. Luego, tomando en sus manos una pequeña cajita de cartón, dijo:
- ¿Alguien de los aquí presentes tendría el agrado de facilitarme su reloj?

Apenas unos segundos después de haberse formulado la pregunta, una persona se levantó y le entregó uno de los más costosos, preciosos y precisos relojes que existen, un Rolex. El hombre lo colocó dentro de la cajita, la cerró, y luego de pronunciar ciertas palabras la abrió nuevamente. Para sorpresa de todos, el reloj no había desaparecido (aunque ellos no sabían que debía desaparecer, ya que nuestro hombre había olvidado decir en que consistiría el acto de magia), el reloj estaba, y no estaba. Bueno, sí, estaba, pero no entero. Eran cientos de piezas ninguna ensamblada con ninguna. En efecto, todos aplaudieron como locos por tan maravillosa actuación, salvo el dueño del reloj.

Pero claro, la actuación todavía no había terminado, por lo que todos guardaron silencio ansiosos por ver como el reloj sería ensamblado nuevamente. Ahí sí que el hombre se encontró en una situación complicada, porque si bien habíase confundido al pronunciar las palabras, le era imposible en esa situación poder recordarlas, para así poder pronunciar las palabras que realizarían el efecto inverso. No tuvo mejor idea que comenzar a agitar la cajita, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, realizando círculos, primero pequeños, luego grandes, revoleándola por los aires. Todos estaban estupefactos, con la boca entreabierta sin saber como reaccionar frente a aquella situación poco ortodoxa. De repente no se oyó más que un único sonido, ya no eran miles de ruiditos agudos de pequeñas piezas metálicas chocando unas contra otras, era un sonido grave, de algún objeto chocando contra una superficie absorbente, como el cartón. En ese preciso instante el hombre introdujo su mano en la cajita y sacó de ella el reloj, ahora sí, completo, entero. Y mientras el hombre mostraba que en el interior de la cajita no se encontraba ninguna pieza remanente, recibía el aplauso más fervoroso que nunca hubiese recibido.

Cuando la cierta reunión acabó, el hombre se acercó al dueño del Rolex y le devolvió su reloj. Éste no tardó en comprobar que las manecillas giraban en sentido antihorario. - Perdóneme señor, dijo el hombre, yo me haré cargo de su reparación. No se preocupe, lo llevaré al relojero.

¿Qué probabilidades había de que cada pieza del reloj ocupe el lugar que le correspondía con solo agitar la cajita en que se encontraban? Es casi imposible, solamente alguien con capacidades sobrenaturales hubiese sido capaz. El hombre no era la excepción, reconoce no ser lo suficientemente hábil como para reparar su error. Reconoce que sólo el relojero sabe el lugar que le corresponde cada pieza, sin subestimar ninguna, colocándolas con una precisión inigualable, creando o restaurando un todo complejo, para que funcione de forma incomprensiblemente organizada y precisa.

Brian's TM

16.7.10

Un viaje a través del universo

Pruebe usted dar una una caminata matemática dentro de la oscuridad profunda del espacio. Se comienza disparándose desde algún punto de la circunferencia de cuarenta mil kilómetros de la tierra. Ese tamaño es en sí difícil de comprender. Entonces se acerca al sol, una bola de fuego ardiente de un millón y medio de kilómetros de diámetro. Si el sol fuera del tamaño de una naranja, la tierra sería como un grano de arena.
Al viajar fuera del sistema solar, más lejos dentro del espacio, se ve que el sol que tanto domina el cielo no es más que sólo una estrella de tamaño mediano. Otras son tan grandes que podrían contener quinientos millones de soles del tamaño del nuestro.
Al trasladarse por el vasto y confuso campo de estrellas que conforman la Vía Láctea, hay que hablar de años luz (la distancia recorrida por la luz en un año a trescientos mil kilómetros por segundo) entre esos puntitos brillantes que parecen estar todos apretujados. Pero la verdad es que la distancia media entre las estrellas de nuestra galaxia es de cuatro a cinco años luz, lo que equivale a cuarenta y dos billones quinientos setenta y tres mil seiscientos millones de kilómetros. Y hay doscientos mil millones de estrellas remolineando a través de los espacios incomprensibles de la Vía Láctea.
Entonces hay que pensar en los miles de millones de otras galaxias esparcidas a través del universo observable.
Esas inmensidades desalientan el cerebro. Sin embargo, aun más extraordinario es el hecho de que todos esos cuerpos celestes viajan por sendas precisas y previsibles. No van dando tumbos por el espacio sin dirección y chocando unos contra otros. Incluso las galaxias viajan con su carga de estrellas en graciosas espirales. Hay un orden majestuoso para los movimientos en los cielos.
Nuestro planeta, por ejemplo, se mueve de varias maneras separadas y sincronizadas. Gira sobre su eje con precisión a mil seiscientos kilómetros por hora, y produce una buena mezcla de noche y día para modular el clima. La tierra también recorre su órbita alrededor del sol a treinta kilómetros por segundo, y su viaje de millones de kilómetros nunca varía más de una fracción de segundo.
También nuestro sistema solar está en movimiento, viajando en una órbita alrededor de la Vía Láctea. Se mueve, con precisión al ritmo de otros incontables grupos de estrellas, alrededor del centro de la galaxia, a doscientos noventa kilómetros por segundo. Y toda la Vía Láctea también viaja veloz por el espacio, llevando consigo miles de millones de estrellas en ese mismo viaje.
De alguna manera todo ese movimiento está sincronizado. Todas la órbitas dentro de sus órbitas se mantienen en la vía correcta, y en el tiempo preciso.

Si es que hay alguien que dirige las galaxias de seguro debe trascender a todas las capacidades humanas. Con su alcance indescriptiblemente inmenso, actuando en dimensiones infinitamente más allá de la nuestra.



Adaptado del libro "Vislumbres de Dios" de Steven R. Mosley