Cierto día fue invitado a cierta reunión en la casa de cierta persona para realizar alguno de sus actos en algún cierto momento. Cuando el cierto momento llegó pasó delante de los espectadores y aseguró que realizaría el truco más difícil que nunca hubo intentando realizar. Luego, tomando en sus manos una pequeña cajita de cartón, dijo:
- ¿Alguien de los aquí presentes tendría el agrado de facilitarme su reloj?
Apenas unos segundos después de haberse formulado la pregunta, una persona se levantó y le entregó uno de los más costosos, preciosos y precisos relojes que existen, un Rolex. El hombre lo colocó dentro de la cajita, la cerró, y luego de pronunciar ciertas palabras la abrió nuevamente. Para sorpresa de todos, el reloj no había desaparecido (aunque ellos no sabían que debía desaparecer, ya que nuestro hombre había olvidado decir en que consistiría el acto de magia), el reloj estaba, y no estaba. Bueno, sí, estaba, pero no entero. Eran cientos de piezas ninguna ensamblada con ninguna. En efecto, todos aplaudieron como locos por tan maravillosa actuación, salvo el dueño del reloj.
Pero claro, la actuación todavía no había terminado, por lo que todos guardaron silencio ansiosos por ver como el reloj sería ensamblado nuevamente. Ahí sí que el hombre se encontró en una situación complicada, porque si bien habíase confundido al pronunciar las palabras, le era imposible en esa situación poder recordarlas, para así poder pronunciar las palabras que realizarían el efecto inverso. No tuvo mejor idea que comenzar a agitar la cajita, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, realizando círculos, primero pequeños, luego grandes, revoleándola por los aires. Todos estaban estupefactos, con la boca entreabierta sin saber como reaccionar frente a aquella situación poco ortodoxa. De repente no se oyó más que un único sonido, ya no eran miles de ruiditos agudos de pequeñas piezas metálicas chocando unas contra otras, era un sonido grave, de algún objeto chocando contra una superficie absorbente, como el cartón. En ese preciso instante el hombre introdujo su mano en la cajita y sacó de ella el reloj, ahora sí, completo, entero. Y mientras el hombre mostraba que en el interior de la cajita no se encontraba ninguna pieza remanente, recibía el aplauso más fervoroso que nunca hubiese recibido.
- ¿Alguien de los aquí presentes tendría el agrado de facilitarme su reloj?
Apenas unos segundos después de haberse formulado la pregunta, una persona se levantó y le entregó uno de los más costosos, preciosos y precisos relojes que existen, un Rolex. El hombre lo colocó dentro de la cajita, la cerró, y luego de pronunciar ciertas palabras la abrió nuevamente. Para sorpresa de todos, el reloj no había desaparecido (aunque ellos no sabían que debía desaparecer, ya que nuestro hombre había olvidado decir en que consistiría el acto de magia), el reloj estaba, y no estaba. Bueno, sí, estaba, pero no entero. Eran cientos de piezas ninguna ensamblada con ninguna. En efecto, todos aplaudieron como locos por tan maravillosa actuación, salvo el dueño del reloj.
Pero claro, la actuación todavía no había terminado, por lo que todos guardaron silencio ansiosos por ver como el reloj sería ensamblado nuevamente. Ahí sí que el hombre se encontró en una situación complicada, porque si bien habíase confundido al pronunciar las palabras, le era imposible en esa situación poder recordarlas, para así poder pronunciar las palabras que realizarían el efecto inverso. No tuvo mejor idea que comenzar a agitar la cajita, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, realizando círculos, primero pequeños, luego grandes, revoleándola por los aires. Todos estaban estupefactos, con la boca entreabierta sin saber como reaccionar frente a aquella situación poco ortodoxa. De repente no se oyó más que un único sonido, ya no eran miles de ruiditos agudos de pequeñas piezas metálicas chocando unas contra otras, era un sonido grave, de algún objeto chocando contra una superficie absorbente, como el cartón. En ese preciso instante el hombre introdujo su mano en la cajita y sacó de ella el reloj, ahora sí, completo, entero. Y mientras el hombre mostraba que en el interior de la cajita no se encontraba ninguna pieza remanente, recibía el aplauso más fervoroso que nunca hubiese recibido.
Cuando la cierta reunión acabó, el hombre se acercó al dueño del Rolex y le devolvió su reloj. Éste no tardó en comprobar que las manecillas giraban en sentido antihorario. - Perdóneme señor, dijo el hombre, yo me haré cargo de su reparación. No se preocupe, lo llevaré al relojero.
¿Qué probabilidades había de que cada pieza del reloj ocupe el lugar que le correspondía con solo agitar la cajita en que se encontraban? Es casi imposible, solamente alguien con capacidades sobrenaturales hubiese sido capaz. El hombre no era la excepción, reconoce no ser lo suficientemente hábil como para reparar su error. Reconoce que sólo el relojero sabe el lugar que le corresponde cada pieza, sin subestimar ninguna, colocándolas con una precisión inigualable, creando o restaurando un todo complejo, para que funcione de forma incomprensiblemente organizada y precisa.
Brian's TM
1 comentario:
primooo!! me encantó!! adelante grosso! te quiero mucho!
bso! Le
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